Como su nombre lo indica, mayólica deriva de Mallorca, una de las islas del sur de España. Porque de hecho, el origen de la «cerámica islámica» -como se la conocía en un inicio- se remonta a la españa musulmana del siglo X, cuando comienzan a aparecer vasijas de cerámica provenientes de los centros artísticos creados por los árabes en las ciudades de Málaga, Granada, Murcia, Almería, Paterna, Toledo y en las Islas Baleares, entre otras. Pero durante la explosión del arte -en la Edad Media- la técnica se difunde en Italia, donde finalmente toma el nombre de mayólica, y comienza a desarrollarse con mucho auge en la región de Toscana (Siena y Florencia), en la Emilia Romana (Faenza), en el Véneto y, años más tarde, en Umbría.
-La mayólica adquiere características determinadas en cada región. Violeta y verde grisáceo son los colores que predominan en la cérmica de Paterna; verdes, grises y amarillos en Toscana, azul oscuro en Faenza. Al principio sus diseños eran geométricos -como los dibujos islámicos- pero incorpora figuras humanas a finales del siglo XIV. La cerámica florentina actual se caracteriza por sus colores alegres y sus diseños simples y agradables, en los que predominan las figuras de pájaros, flores, frutas y paisajes.
-Hoy la mayólica se aplica en todo tipo de objetos: mosaicos, jarrones, maceteros, platos, e incluso juegos completos de vajilla toman otro encanto cuando aparecen decorados con esta técnica antiquísima.
Técnica.
Los objetos o mosaicos en mayólica se realizan con la técnica conocida como bajo cubierta. Se trata de una pintura que se realiza sobre el bizcocho (nombre que se le da a la arcilla horneada). Se trabaja con pigmentos especiales. Primero se aplican sobre toda la pieza dos o tres manos de esmalte (blanco, perlado o de color), luego se dibuja el diseño, se pinta y, por último, se hornea. A diferencia de otras técnicas, la mayólica tiene un brillo y una duración que no se consigue, por ejemplo, con la cerámica.